La tarde, con un esfuercito, dio para todo. Primero para instalar el cine club (¡con ayuda de uno de los chicos se resolvió la cuestión de los intrincados cables del DVD!) y disfrutar El Fantasma de la Opera en una aula de la Facultad. Esta película es cosa seria y abrió el menú mensual de este año. Ahora el cine club se hizo ambulante porque nuestro DVD ya comenzó a rodar entre las casas de los chicos.
Después, otros chicos fueron al Hospital... a seguir: había varios voluntarios nuevos y otros chicos que fueron sólo a ver la función. Además de Lolita, Lucas, el Señor Pelín, Quenchu y Jacinto, quienes se portaron espléndidamente fueron los chiquitos internados. No sé cómo pudieron aplaudir tan fuerte entre las sondas cuando pedimos un ¡viva! para sus mamás.
Horacio sigue en el hospital pero ya no les tiene miedo a los títeres. Lucas quiso pasar a verlo antes y después de irse porque el niño no puede moverse de su camita. Los dos -más el papá de Horacio- se alegraron mucho. Horacio sonrió con los ojos grandes y le salieron dos risas. Con una lengüita de trapo saludó a Lucas por su nombre, tiró besos y, mientras le dieron las fuerzas, le movió un ratito los brazos, con un cariño tropezón.
sábado, 5 de abril de 2008
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