sábado, 28 de julio de 2007

El cántaro

Cuando limpio o cocino, ando por ahí u ordeno papeles a veces se me ocurren ideas sencillitas. Hoy estaba súper concentrada en llegar a los rincones con el escobillón y pensé en lo bueno que sería que existiera un blog sólo para El Pez Volador. ¡Qué alegría! Ya sé cómo siguen estas cosas: me pongo igual que la mujer del cántaro -como cuenta la fábula-, y sonrío viendo cómo las ilusiones, ellas solitas, van cobrando formas cada vez más lindas y más grandes, llegan a repartir la leche entre más gente... Tengo experimentado, como quizás vos también, que las ilusiones son algo tan concreto (e irrompible) como los cántaros y lo único que puede realmente transformar los cántaros en lo que se quiera o multiplicarlos hasta el infinito.

En realidad el proyecto de voluntariado nació igual, un día cualquiera por la calle, de repente. Había que hacer algo con tanto niñito vulnerado en Salta, con tanto dolor contenido; lo que había que hacer era un teatro de títeres, claro; y el nombre, tan obvio como todo lo anterior, era El Pez Volador. Un voluntariado universitario. Ante tanta evidencia hay que rendirse y comenzar a actuar.

Desde el principio se sumaron alumnos míos y de algunos colegas, y comenzamos a ir al Hospital público de Niños de Salta a hacer un cuentacuentos de títeres. Como tenemos una web nos podés ver ahí.

Hay ya un poquito de historia, que podemos ir contando a medida que vuelvan los recuerdos. Ya te contaremos, por ejemplo, sobre el paper que escribimos voluntarios del año pasado y que está listo para ser enviado a un congreso sobre La Universidad como Objeto de Investigación; "actuamos", pensamos y escribimos codo a codo con Carolina, una chica chilena que se conectó con nosotros porque también es blogger. Pero sobre todo este blog te contará las cosas que vamos haciendo, sobre la marcha. Somos cuentacuenteros, no lo olvides. Confío que nos servirá también para conectarnos más y más fácil.

Me parece que el blog, con esta primera entrada, queda ahora como un niñito sonriente y orondo, como tantas otras cosas que están destinadas a crecer, como el cántaro.

3 comentarios:

Analía dijo...

Hola Constanza!!!
No sé si es el lugar más recomendable para hacer una consulta pero se me ocurrió que el poster para el _Encuentro podría representar al voluntariado argentino con un poncho salteño y al chileno con su respectivo poncho; estuve averiguando como es el poncho en cuestion pero no pude ver alguna imagen clara de UN PONCHO DE CALAMA-CHILE pero por lo que leí lo denominan igual que nosotros.
A ver Usted si corre con mejor suerte que yo, puesto que la considero más habilidosa con la tecnología e Internet.
Besos
Analía Cancinos

marco dallacaminá dijo...

Me encantó! así de simple!
Hace tanto que no pensaba en la historia de la lechera y el cántaro, que había olvidado lo frágiles que son las ilusiones y lo difícil que es hacerlas realidad.
Un saludo a los peces voladores,
Marco

Coni Danegger dijo...

Estimado Marco, qué bueno verlo por aquí: bienvenido a la blogosfera.

Gracias por recordar y ponerse a pensar en la lechera. Sospecho que la gente ya se ha olvidado de ella, o ha interpretado mal la fábula y le dio susto venirse a pique con los sueños. Parece que el cuento termina mal... pero quizás tenía final abierto, y no cuenta cómo la pobre mujer se rehizo y comenzó de nuevo cantando.

¡Tal vez haya que escribir de nuevo la fábula!